18

Dic

2023

Artículo de opinión

Fin a la contaminación por plásticos

Se van presentado medidas para superar la crisis del plástico. Nos afectan a todos. Hemos aprendido, en gran medida, a prescindir, en los últimos diez años, aproximadamente, de las bolsas de plástico en las compras ordinarias.

Por Luis Eguiguren. 18 diciembre, 2023. Publicado en El Peruano, el 16 de diciembre de 2023.

La tercera sesión del Comité Intergubernamental de Negociación para desarrollar un instrumento internacional jurídicamente vinculante sobre la contaminación plástica, incluso en el medio marino (INC-3), tuvo lugar del 13 al 19 de noviembre de 2023 en la sede del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) en Nairobi, Kenia.

El Fondo Mundial para la Naturaleza —en inglés World Wide Fund for Nature (WWF)— es una organización no gubernamental (ONG) fundada en 1961. Tiene sede en Lima y fomenta la conservación del medio ambiente.

Encontramos que, en su sitio web, WWF hace hoy un llamado a los países y; a cada uno de nosotros, pidiendo nuestro voto a través de su página web, para mantenerse firmes frente a las tácticas que están estancando las conversaciones sobre un tratado global de contaminación por plástico. Añade, en nota publicada el 20 de noviembre, que la tercera ronda de conversaciones de la ONU sobre el tratado global de contaminación por plástico culminó sin un plan sobre cómo hacer que avancen las negociaciones, a pesar de que la mayoría de los países apoyan un tratado sólido basado en regulaciones globales.

El estancamiento fue causado por una semana llena de tácticas, para retrasar el proceso, de un puñado de países con poca ambición que pedían un acuerdo voluntario laxo. WWF hace un llamado a los países que desean que surja un tratado significativo, para mantener su nivel de decisión y tomar en sus propias manos el proceso, realizando avances en la recopilación e intercambio de información durante los próximos cinco meses, que transcurrirán antes de la cuarta ronda de negociaciones de abril de 2024.

WWF publicó hace poco un informe advirtiendo que el costo real del plástico para el ambiente, la salud y las economías puede ser hasta 10 veces mayor para los países de bajos ingresos, como el Perú, a pesar de que consumen casi tres veces menos plástico per cápita que aquellos países de ingresos altos.

Muchos años atrás —siendo un joven inexperto— un amigo muy apreciado, que me orientaba en una empresa común, me decía, con desafiante simpatía y gracia: quiero soluciones, no problemas. El plástico se ha vuelto un problema y hay que encontrarle soluciones.

En 2012 Susan Freinkel publicó: “Plástico, un idilio tóxico”, el romance que la humanidad inició —ingenuamente— hace más de un siglo con los plásticos, es una relación ya muy poco sana, con impacto incierto a corto y largo plazo. Para recomponer tal relación habremos de asumir cambios drásticos en nuestros hábitos de consumo.

Observándolo con la perspectiva amplia de las ciencias sapienciales, como la filosofía, el problema se formula con cierta claridad en la escuela socrática de Atenas: la técnica —la tecnología, hoy— permite lograr lo útil. Lo parcialmente bueno. Más aún, lo ambivalente. No hay que dejar de buscar lo íntegramente bueno en constante aproximación —asintótica— hacia ello.

El enfoque filosófico asumido al iniciarse la modernidad, divulgado por la Ilustración y el Positivismo, condensado en el mito del progreso indefinido —con la tecnología como emblema—, está en la raíz. La dificultad de fondo está en entender la libertad humana solo como liberación, sin atender lo que está más allá de lo útil, aquí y ahora.

Al respecto, se lee en la encíclica “Laudato si” (24/05/2015): “La tecnología que, ligada a las finanzas, pretende ser la única solución de los problemas, de hecho, suele ser incapaz de ver el misterio de las múltiples relaciones que existen entre las cosas, y por eso a veces resuelve un problema creando otros.”

Se van presentado medidas para superar la crisis del plástico. Nos afectan a todos. Hemos aprendido, en gran medida, a prescindir, en los últimos diez años, aproximadamente, de las bolsas de plástico en las compras ordinarias. Es un cierto avance. Además, hay intentos por conseguir resultados económicamente sostenibles con el uso de plásticos biodegradables.

Sin embargo, el problema principal radica en haberse difundido la cultura del descarte. Cultura del usar y desechar sin reflexionar éticamente al respecto.

Como afirma la escuela socrática, quien actúa mal, sobre todo se hace un daño a sí mismo. Quien asume irreflexiva e irresponsablemente la cultura del usar y botar, respecto al plástico, se perjudica a sí mismo, pues ayuda a incrementar la probabilidad de que pueda ingerir microplásticos y nanoplásticos; por ejemplo, en un ceviche. Éstos quedan en su organismo. La dimensión de sus efectos adversos a la salud, aún no se llega a conocer.

Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.

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